Y es que ese mismo día, en Malasia, la selección mayor de Irak ganó la copa Asiática de Futbol. El contrincante fue Corea del Sur, y el partido fue sumamente reñido. Se decidió en penales y los iraquíes ganaron 4 a 3.
Para los reporteros que cubrieron esta nota especial desde Irak fue impresionante ver a la gente salir de sus casas para celebrar en la calle la victoria de su equipo. Dicen que se notaba una adrenalina contenida desde hacía mucho tiempo, una sonrisa de oreja a oreja en sus caras, después de meses sumidos en la tristeza.
Foto NY Times
La victoria en una cancha de futbol significó mucho más que eso para todos los iraquíes: tenían una razón para celebrar, para ser felices, para sentirse una nación nuevamente. Sin importar fracción política, los habitantes sacaron las banderas y los pósters de sus jugadores, y rieron en compañía de sus vecinos.
Yo he llegado a admirar a la distancia a este pueblo, a esta gente que no se doblega y no se rinde a pesar de todas las calamidades. Me da tremendo gusto que ocurra algo, por efímero que sea, que les brinde una alegría a estos niños, a esta gente.
Foto NY Times
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