miércoles, enero 24, 2007

Pisa y corre

Sábado 10:09 am

Un niño en sus cinco sentidos toca el timbre de una casa y sale corriendo.

Sábado 9:03 am

Julio, de 57 años, se despierta con un amargo sabor a enfado en su cama. Solía despertarse más temprano los sábados, pero se jubiló y ... perdió sentido. Tiene tanto tiempo para arreglar la casa que pareciese esperar a que algo se resquebraje o se rompa para poder arreglarlo, y si el ejercicio antes lo llenaba ahora no le ve el caso a conservar un cuerpo que no va a ninguna parte.
Pero lo peor de todo es su matrimonio.

A Camila nada la mueve de su inseparable amiga la hueva. Y sí, es hueva porque es vulgar y ofensiva para quienquiera que la viera. Ella tampoco decidió ser así, pero el ocio y esa colonia deshabitada le han robado sus energías.

Julio se levanta y ronda por la casa como un perro sin dueño. Es raro pero es la primera vez que se detiene a pensar en cómo mejorar su vida después del retiro. Remembrando sus estrategias de optimismo, se automotiva para retomar la energía que alguna vez lo caracterizó. Se dice una y otra vez que lo puede hacer, que el cambio depende de él.
Si lo que más le preocupa es su matrimonio, será lo primero que ha de reparar.

¡piensa Julio! ¡piensa! ¿Cómo convencer a Camila de olvidar, de empezar de nuevo?

Así siguió nuestro personaje por un buen rato, hasta que se le ocurrio que lo más importante era hacer más cosas para ella. Debido a la ideología común del mexicano, solamente se le ocurrió hacerle el amor. Hacerlo gentil y amorosamente, como la primera vez. ¿Acaso había algo más que darle a Camila? No lo sabemos.

Se armó de valor, se echó un poco de loción en el cuerpo, y se volvió a meter a la cama. Ya estando ahí sus fuerzas flaquearon un poco, su mente dudaba, habían pasado años sin hacerlo. Aun así, la cercanía del cuerpo de su esposa le ayudó a decidirse y empezó. Lentamente, suavemente, sin despertarla. Luego, sus caricias fueron aumentando en intensidad, causando que Camila se despertara más contenta que cualquier otro día del año. Pero Julio no se dió cuenta de que ella había despertado. Camila estaba tan apenada y nerviosa como él, y de momento no quiso tener ninguna reacción. Pensó que si lo dejaba tocar libremente por un rato se cansaría y no habría más que hablar.

Pero no cesó, y Camila no quería que cesara. En un momento, ella se volteó graciosamente hacia él, con los ojos cerrados, y se dejó besar.

Estaban en eso, con el corazón latiendo a mil, cuando de repente suena el timbre de la casa, y casi les da un ataque a los dos. Como autómatas, se alejaron del beso y se sentaron en la cama. Julio recordó que su hijo los vendría a visitar hoy, pero apenas eran las diez y Jorge vendría hasta el medio día.

Salió a la cochera, respiró el aire frío de la mañana, abrió la puerta, y no había nadie.

BIG M

viernes, enero 12, 2007

Pasaje

-Esa es la tuya- dijo Miguel.
Había seis hombres alrededor, que, azuzados por la personalidad de Miguel, estaban esperando ver algo de acción justamente ahí en plena plaza principal.

La mulata y yo, en medio del círculo, evitábamos nuestras miradas. Ambos sabíamos el destino que nos esperaba, y procuraríamos posponer el hecho lo más posible. Por distintas razones, pero así era siempre en esos tiempos.

- No quiero hacerlo enfrente de ellos, se les va a antojar- contesté con la voz más firme que pude encontrar en mis pulmones desgastados. No sé si mi argumento convenció a Miguel o si notó mi preocupación, pero accedió.

Intenté tomarla del brazo, ayudarle a levantarse del suelo, pero rechazó mi brazo dolorosamente. No fue violenta al hacerlo, fue suplicante. Es claro que ella no entendía las consecuencias, o no lo hubiera hecho.
- Pos te la vas a tener que llevar arrastrando, tiene que aprender quién manda -, fueron las palabras de Miguel. Recuerdo que lo odié tanto, que arrastré a la mulata pensando que era él.
No estábamos en esas tierras para perder la "decencia", solo queríamos oro. Al menos así era el plan inicial. Ya estando ahí nos convertimos en salvajes...

Llegó a la choza con las rodillas sangrantes, y las pieles rasgadas a la altura de la espalda. No se quejó, eso no. Por momentos esta gente demostraba su orgullo, y ahora la mulata lo demostraba al no llorar. Contenía un dolor impresionante, pero estoy seguro que era más grande aún el sentimiento de impotencia y decepción.

Logré que se sentara al fondo de la choza, y salí un momento para decirle a Miguel y a sus hombres que esperaran en la caballeriza. Finalmente se largaron, y yo volvía la choza con la mulata de rodillas sangrantes...

sábado, enero 06, 2007

La Rutina y otras prisiones del hombre

Las sociedades civilizadas han llevado al hombre a sacrificar parte de sus libertades para caber dentro de las normas y estatutos que trazan el contorno de lo que otros hombres han calificado como una vida digna. El avance de la sociedad ha causado un aumento precipitado de obligaciones y protocolos que cada habitante tiene que saber y cumplir, no solo para cumplir sus deseos sino también para su supervivencia. Y es que la rutina, con su riguroso andar y su apretado horario se ha consolidado como uno de los problemas más comunes en el hombre que trabaja.

Actualmente la mayoría de los trabajos exigen cumplir con un determinado número de horas y le dan al trabajador instrucciones precisas que cumplir. ¿Dónde queda la calidad en el trabajo que se hace? Parece que lo único que cuenta es la cantidad de tareas realizadas en un determinado tiempo y no el proceso creativo del empleado, aquél que le da calidad al trabajo hecho, aquél que hace una corporación diferente a otras y que mantiene el interés del empleado en su trabajo.

Y no solo es cuestión de las horas que se trabajan, o de los formalismos que inundan nuestras conversaciones, o del mínimo tiempo que tenemos desde que despertamos hasta que llega la primera obligación del día, es algo por encima de todo eso. La rutina tiene una característica especial que hace que después de un tiempo las personas olviden sus aspiraciones, que se estanquen en un estado maquinal donde las preocupaciones diarias por la propia supervivencia abruman una perspectiva objetiva del mundo.

¿Cómo haremos para salir de ese estado maquinal en el que nos encontramos? Es bastante irónico que en la época en la que el ser humano se supone tiene las mayores libertades en la historia, se encuentra amordazado. No habrá solución al problema de la rutina y el estrés citadino hasta que la era de la industrialización llegue a su fin completamente y lleguemos a la era de la información y el conocimiento, que describe Alvin Toffler en el libro La Creación de una Nueva Civilización. Esa era se caracteriza por el desarrollo generalizado en todas partes con respecto a comunicaciones, información y educación, es una era donde los países desarrollados sueltan las cadenas de los tercermundistas para que lleguen al mismo desarrollo.
A pesar de que esto último parezca una utopía o una predicción aventurada del futuro, es un proceso que se está llevando a cabo y es una guía para la sociedad. El problema principal es que hay personas a las que les conviene mantener la era industrial porque les proporciona estatus y comodidades.

No cabe duda que seguiremos lidiando con prisiones informales como la rutina por algunos años más, pero es bueno saber que existe algo mejor en el horizonte. Afortunados sean entonces, todos aquellos lectores que puedan salir de la rutina por espacios del día, y que se acerquen a esa civilización que esperamos alcanzar.
Big M.

El camino

Camino, camino
Por donde me lleva el destino
Pensando en una aventura eterna
Sin saber que me transformo en camino.

Hay personas sentadas a los lados
Que se han cubierto de sal
Por haberse visto asombrados
De que el apoyo del Sol se ha esfumado

Buscando otro humano avanzado
He perdido el rumbo acordado
Y en la ciudad Pena estuve acostado
No por cansancio más bien por pobreza.

Calacas de marfil al amanecer
Me soplan un aliento ardiente
Me rebajan al estado más simple
Y me resbalo por su espalda de vuelta al camino.

Big M.