sábado, enero 06, 2007

La Rutina y otras prisiones del hombre

Las sociedades civilizadas han llevado al hombre a sacrificar parte de sus libertades para caber dentro de las normas y estatutos que trazan el contorno de lo que otros hombres han calificado como una vida digna. El avance de la sociedad ha causado un aumento precipitado de obligaciones y protocolos que cada habitante tiene que saber y cumplir, no solo para cumplir sus deseos sino también para su supervivencia. Y es que la rutina, con su riguroso andar y su apretado horario se ha consolidado como uno de los problemas más comunes en el hombre que trabaja.

Actualmente la mayoría de los trabajos exigen cumplir con un determinado número de horas y le dan al trabajador instrucciones precisas que cumplir. ¿Dónde queda la calidad en el trabajo que se hace? Parece que lo único que cuenta es la cantidad de tareas realizadas en un determinado tiempo y no el proceso creativo del empleado, aquél que le da calidad al trabajo hecho, aquél que hace una corporación diferente a otras y que mantiene el interés del empleado en su trabajo.

Y no solo es cuestión de las horas que se trabajan, o de los formalismos que inundan nuestras conversaciones, o del mínimo tiempo que tenemos desde que despertamos hasta que llega la primera obligación del día, es algo por encima de todo eso. La rutina tiene una característica especial que hace que después de un tiempo las personas olviden sus aspiraciones, que se estanquen en un estado maquinal donde las preocupaciones diarias por la propia supervivencia abruman una perspectiva objetiva del mundo.

¿Cómo haremos para salir de ese estado maquinal en el que nos encontramos? Es bastante irónico que en la época en la que el ser humano se supone tiene las mayores libertades en la historia, se encuentra amordazado. No habrá solución al problema de la rutina y el estrés citadino hasta que la era de la industrialización llegue a su fin completamente y lleguemos a la era de la información y el conocimiento, que describe Alvin Toffler en el libro La Creación de una Nueva Civilización. Esa era se caracteriza por el desarrollo generalizado en todas partes con respecto a comunicaciones, información y educación, es una era donde los países desarrollados sueltan las cadenas de los tercermundistas para que lleguen al mismo desarrollo.
A pesar de que esto último parezca una utopía o una predicción aventurada del futuro, es un proceso que se está llevando a cabo y es una guía para la sociedad. El problema principal es que hay personas a las que les conviene mantener la era industrial porque les proporciona estatus y comodidades.

No cabe duda que seguiremos lidiando con prisiones informales como la rutina por algunos años más, pero es bueno saber que existe algo mejor en el horizonte. Afortunados sean entonces, todos aquellos lectores que puedan salir de la rutina por espacios del día, y que se acerquen a esa civilización que esperamos alcanzar.
Big M.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso de la rutina es un arma de dos filos. Si bien es un lastre que nos desvía de lo que realmente nos mueve, también es necesaria para que esas cosas que nos llaman tengan sentido, las hace "no rutinarias", ¿no crees? Para mí, esas cosas que me mueven...salir de la ciudad, acampar, viajar, la música...nada rutinario.

mayicrates dijo...

Pues sí, tienes razón. La existencia de una rutina es necesaria para que haya la no- rutina.

El problema es que para muchas personas la rutina es tan envolvente que les hace olvidar que hay algo fuera de eso.

Nosotros tenemos el privilegio de poder campechanear entre la rutina y lo demás.