
El hombre que vemos en la fotografía hizo el mejor programa de arte en la televisión, y cautivó a millones de personas con sus pinturas. También demostró que se puede hacer un buen programa sin necesidad de violencia ni morbo.
En 1983 comenzó su programa con un ideal: llevar a cada hogar clases sencillas de pintura con un toque familiar y humano. Bob enseñaba a sus televidentes a pintar “árboles felices”, “pequeñas nubecillas” en sus paisajes naturales.
En algunas ocasiones Bob se equivocaba a propósito para demostrar que en la pintura no hay errores, sólo "accidentes felices".
El pintor aseguraba que cualquier persona podía plasmar uno de sus paisajes en media hora, y efectivamente, todo parecía fluir fácilmente en su lienzo. Algunos pintores reconocidos criticaron a Bob Ross, diciendo que su estilo es metódico, simplista y sin detalles, pero el objetivo nunca fue convertir al público en pintores profesionales. El objetivo del programa era mostrar el lado hermoso de la pintura, relajar a los televidentes con palabras de calma e inspiración, y deleitarlos con paisajes naturales imaginarios.
El pintor aseguraba que cualquier persona podía plasmar uno de sus paisajes en media hora, y efectivamente, todo parecía fluir fácilmente en su lienzo. Algunos pintores reconocidos criticaron a Bob Ross, diciendo que su estilo es metódico, simplista y sin detalles, pero el objetivo nunca fue convertir al público en pintores profesionales. El objetivo del programa era mostrar el lado hermoso de la pintura, relajar a los televidentes con palabras de calma e inspiración, y deleitarlos con paisajes naturales imaginarios.
Bob Ross podría ser llamado un "nuevo hippie" o un gurú del arte popular, ya que su imagen tan reconocible ha sido usada para muchas campañas de este estilo.